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El amor, una fuerza superior

La mayoría de las personas tienen un concepto erróneo sobre el significado del egoísmo. Todo lo que Dios creó  es bueno y lo colocó dentro de nosotros. Ahora bien, el egoísmo fue creado por Dios y esto quiere decir que no es malo. Aunque sea difícil creerlo, el egoísmo es una fuerza del ser. Esto quiere decir que está fuera del espíritu y busca ser atraído a sí mismo.

         El egoísmo de una persona atrae las cosas hacia adentro y nunca hacia fuera. Todos nosotros de niños fuimos egoístas. Cuando teníamos un juguete nuevo lo queríamos sólo para nosotros, queríamos ser los únicos consentidos y mimados. De hecho, cuando nos acercamos por primera vez al evangelio, lo hicimos egoístamente, porque sólo nos acercamos a Dios  para que solucione todos los problemas. El egoísmo no da, solamente quiere recibir.

         No es malo esta fuerza pero existe una fuerza mayor y se llama amor. El amor  es todo lo contrario al egoísmo y libera las cosas de adentro hacia fuera. No está pendiente de recibir, sino de dar. Cuando la iglesia cambia esa atracción para sí y decide comenzar a dar, cambia por esa fuerza superior llamada amor. Todos vivimos con egoísmo pero cuando entendemos que no es malo y maduramos, vivimos esa etapa del dar.
Jesucristo como hombre, tenía egoísmo, pero Él maduró en esa fuerza del amor y por eso se dio a sí mismo por toda la humanidad. Jesús controló el ego para fluir en el amor, y nosotros también podemos controlarlo y fluir en el amor sin reservas.

         Si usted comprende esto, ya no irá a l culto a recibir y a alimentar su ego, sino que irá a adorar primero. En la relación matrimonial el clímax se produce cuando ambos se dan completamente el uno al otro. Cuando uno entra en el lugar santísimo y se entrega completamente, en ese momento hay productividad con Dios.

         Hubo un campeón en el tiempo de los Jueces, Gedeón, un muchacho que se atrevió a todo. El capítulo 6 del libro de los Jueces dice que el pueblo de Dios hizo lo malo ante Sus ojos y a causa de ello fueron entregados en manos de Madián por siete años. Y la mano de Madián prevaleció contra Israel y todo el pueblo comenzó a esconderse en cavernas, en cuevas y en lugares fortificados. Pues cada vez que Israel sembraba, subían los madianitas y los amalecitas y los hijos del oriente contra ellos, les destruían los frutos de la tierra y no dejaban qué comer en Israel. De modo que el pueblo empobrecía en gran manera a causa de Madián. Entonces el pueblo clamó a Dios y les envió un profeta diciendo: “Yo os hice salir de Egipto y os saqué de casa de servidumbre. Os libré de mano de los egipcios y de la mano de todos los  que os afligieron, a los cuales eché de delante de vosotros y os di su tierra. Y os dije: Yo soy Jehová vuestro Dios, no temáis a los dioses de los amorreos, en cuya tierra habitáis, pero no habéis obedecido mi voz” (vv.8-10).

Nunca vi un capítulo tan fluctuante como éste en el libro de  los Jueces.

         Un día Israel hacía lo bueno y otro día hacía lo malo. En este capítulo,  podemos ver que el pueblo estaba viviendo una etapa donde la maldición los empobrecía día a día.

         Ahora bien, ellos claman a Dios y Él les responde pero no hace nada  para sacarlos de esa situación tan critica.

         Porque cada vez que Israel hacía lo malo entraba la maldición y cada vez que usted y yo nos descuidamos en nuestra relación con Dios, entra la maldición. Dios no es el causante de nuestros fracasos y no tiene la culpa de lo que nos pasa. Este gran campeón tuvo que comprender esto, porque tenía un concepto equivocado de Dios.

         Dice la Palabra que el ángel del Señor se le presentó a Gedeón y le dijo: “Jehová está contigo, varón esforzado y valiente” (v.12). El ángel de Dios le dice “varón esforzado y valiente” a un muchacho que estaba escondido a causa del temor. No Gedeón podía entender esas palabras y le responde: “Ah señor, si Jehová estuviere con nosotros. ¿Por qué nos ha sobrevenido todo esto?” Gedeón no podía entender que Dios estaba con ellos y él ignoraba que el pueblo era el causante de la maldición y no Dios. Muchos cristianos se justifican echándole la culpa a Dios de todos sus problemas, de todos sus fracasos y no reconocen el descuido que tuvieron en su relación del dar hacia Dios.

No descuide su vida espiritual, no descuide su salud. No descuide la Palabra ni el congregarse. Dios continuamente nos está hablando y sus principios son vida. Él no es el responsable, sino el descuido de la entrega es la causa.

         Gedeón, en el versículo 18, comienza a descubrir que el pueblo no estaba adorando a Dios, porque si así fuese, los madianitas no los estuviesen controlado.
“Te ruego que no vayas de aquí hasta que vuelva a ti, y saque  mi ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: yo esperaré hasta que tu vuelvas”.

         El pueblo de Dios había cambiado la fuerza del dar por la fuerza del ego. Pero este muchacho, adoró y lo más impresionante de todo esto es que Gedeón sólo tenía palabras de Dios y no respuestas. Muchos cristianos creen que solamente tiene que venir a adorar a Dios cuando obtengan sus milagros. Sin embargo, Gedeón le ruega al ángel que no se vaya hasta que la ofrenda sea presentada.

         “Y edificó allí Gedeón altar a Jehová y lo llamó Jehová – Salom, el cual permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas. Aconteció que la misma noche le dijo Jehová: Toma un toro de hato de tu padre, el segundo toro de siete años y derriba el altar de Baal que tu padre tiene, y corta también la imagen de Asera que está junto a él” (versículo 24-25).

         Este campeón edifica al altar que es símbolo de que permanentemente se harían sacrificios al Señor. El pueblo de Israel no estaba empobrecido por que no trabajasen, al contrario, ellos sudaban de trabajo pero no cosechaban lo que sombraban a causa del descuido en la adoración.

         Ahora bien, si usted lee detenidamente los versículos, notará que Dios es un inconformista, no le bastó con el altar sino que también le pide un toro y con todos los requisitos. ¿Sabe qué es lo grande de todo esto?.     Que Dios nunca pide por pedir, Él le da sentido a todas las cosas. Comienza a tratar con Gedeón porque la única manera de que el pueblo viviera en bendición era adorando.

         El pueblo no vivió la bendición de Dios hasta que adoró. El ejercito de Madián era poderoso, temible y había devastado la tierra, pero cuando Gedeón entendió el principio de la adoración y derribó el altar de Baal,
simbolismo de maldición, tan sólo con trescientos hombres, derrotó al ejercito de Madrán, el cual era grandísimo.

         ¿Quiere ser un vencedor? Cambie la fuerza del egoísmo por la del amor, y entréguese por completo a Dios. Gedeón destruyó la maldición y contruyó bendición. Usted tiene un arma poderosa llamada oración que puede destruir la maldición y construir bendición en su vida y en su familia.

         Recuerde: La fuerza del valor viene cuando se adora.
Judas, un hombre que estaba casado, llamado por Jesús, inteligente e intelectual. Nacido en la ciudad más próspera llamada Iscariote, algo lo convirtió en traidor.
Él llegó a ser un traidor cuando Dios dejó de ser lo primero en su vida. Sus valores cambiaron y el egoísmo ocupó el lugar del amor. A causa de eso Judas perdió su propósito. En cambio Gedeón adorando, lo encontró.

No olvide jamás: “Hasta que no adore a Dios no sabrá cuál es su propósito”.

Pastor Alfredo Dimiro